“Por favor, llamen a la policía. Me está matando” fueron las últimas palabras que Susana, de 35 años, dijo antes de ser asesinada a golpes por su pareja, en el barrio porteño de Caballito, el jueves 2 de Julio. Sus súplicas fueron escuchadas por sus vecinos quienes dijeron en los medios que no era la primera vez que Susana era golpeada. Nadie desconocía lo que sucedía en la casa. Susana ya había realizado varias denuncias en la Comisaría de La Mujer, y también había solicitado la exclusión del hogar de su pareja. Pero la Justicia aún no la había escuchado.
Según un registro realizado por “La Casa del Encuentro”, que utilizó como fuente las agencias Telam y DyN, y 43 diarios de distribución nacional y provincial, 82 mujeres fueron asesinadas en los primeros seis meses del 2009. Más de la mitad de éstos femicidios se produjeron a manos de la pareja: novios, amantes, esposos, ex parejas.
Toda violencia hacía las mujeres es una violación a los derechos humanos, sin embargo, nos encontramos cada día con una nueva mujer victima de violencia. Las mujeres siguen siendo golpeadas con el aval de la justicia, que es machista y no actúa cuando hay una mujer en riesgo.
El problema no es actual, es una cuestión social-cultural de esta sociedad machista. Las mujeres sufrimos opresión por el sólo hecho de ser mujeres en todos los ámbitos de nuestras vidas. La subordinación de las mujeres tampoco hace distinción de edades y las formas en que se manifiesta son múltiples: desde los chistes machistas que escuchamos adonde vamos, hasta las crueldades más aberrantes.
Las mujeres sufrimos una opresión específica por el lugar subordinado que ocupamos en la sociedad, como en la familia, y somos discriminadas en todas las esferas de la actividad económica, social y política. La sociedad responsabiliza a las mujeres por la crianza de los hijos. En el hogar, sigue rigiendo la autoridad del varón en la familia, por eso la sociedad es tan condescendiente cuando un hombre castiga a “su” mujer.
El estado debe garantizar políticas de género para poder cambiar ésta situación. Tanto desde la educación en las escuelas, como en los medios y en todos los ámbitos culturales relevantes. Las mujeres tenemos la necesidad de que la justicia actúe rápido, ya que si sigue siendo lenta y burocrática, nos vamos a terminar acostumbrando a escuchar casos como el de Susana.
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